En el vídeo se presenta en forma de animación, una historia de amor después del enamoramiento inicial. Es una muestra de verdadero amor pues es aquel que se forja todos los días.
En este se muestra una pareja disfrutando primero de la compañía del uno y del otro, se les ve felices tal vez no tanto por la cena o los momentos que comparten sino más por la conversación que sostienen, por esa complicidad que se tiene con aquellos pocos que saben leer miradas, almas. Y es que el amor nace del trato, de la relación, de conocer la esencia de la otra persona y por esa mera esencia, amarla.
Hacia el final del vídeo, podemos ver una serie de detalles y atenciones que se tienen entre sí; muestras sencillas de cariño que tienen poder de generar felicidad. Y es que el amor para que sea verdadero no tiene que estar plagado de sacrificios mayúsculos en todo momento, sino que su heroísmo radica en desear y hacer lo mejor para la otra persona, siempre. Amar es darse y darse significa limitar su libertad en provecho de otro.
La limitación de la libertad podría ser en sí misma algo negativo y desagradable, pero el amor hace que por el contrario, sea positiva, alegre y creadora. La libertad está hecha para el amor. El hombre desea el amor más que la libertad: la libertad es un medio, el amor es un fin. Si lo que buscas, en lo que llamas amor, es saciar tu sed, no amas, desengáñate. Si lo que buscas es servir, ennoblecer, perfeccionar a la persona amada: has encontrado el camino del verdadero amor. Y cuanto más haya de esto, más feliz te hará ese amor.
Considera despacio estas ideas:
-Si te extasías ante su belleza, no es amor: es admiración.
-Si sientes palpitar tu corazón en su presencia: es sensibilidad.
-Si ansías una caricia, un beso, un abrazo, poseer de alguna manera su cuerpo: es sensualidad.
-Pero si lo que deseas es su bien, aun a costa de tu sacrificio: has encontrado el verdadero amor”.
Debemos entender pues que el verdadero amor del que estamos hablando va más allá de los sentimientos, así lo escribe el conocido autor en noviazgo y familia, José Ma Contreras:
Uno no puede poner el amor, que es lo más importante en la vida de una persona, en manos de una cosa que yo no puedo dominar, como es el sentimiento. El amor está en algo que yo domino: la voluntad. Yo quiero porque quiero querer, porque quiero seguir queriendo. Esto sí está en mis manos, aunque no sienta nada. Una madre junto al lecho de su hijo enfermo puede no sentir nada placentero, pero evidentemente que está amando a su hijo.
En efecto, el amor es una decisión, una unión de voluntades y una actitud continua. En el matrimonio, significa convivir con una persona que es diferente a ti, lo cual va a costar, pues para que dos piezas diferentes calcen perfectamente, han de amoldarse.
Tener en cuenta esta realidad y asimilarla, cambiará nuestra perspectiva del amor y nos hará entender que el amor está incluso cuando nos sentimos desilusionados, tristes o enojados. Así, los esposos seguirán enamorados siempre que renueven las atenciones que se prestaban al comienzo pues ¿cómo dos esposos pueden vivir indiferentes uno del otro?
Para terminar, quisiera relacionar esto con nuestra relación con Dios. Nuestro amor a Dios morirá el día que nos hayamos “acostumbrado” a Él y lo dejemos de buscar: “Pero tengo esto contra ti, que has dejado tu amor del principio” (Ap 2, 4). Nuevamente, el padre Jorge Loring escribe: “El amor es darse a sí mismo y no es posible entregarse a medias. El amor es total o ya no es”. El amor es definitivo y lo exige todo.
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